Este artículo fue originalmente publicado el pasado 16 de febrero de 2019 en El Confidencial por el investigador junior del NCID David Soler. A continuación tienen un fragmento del texto. Pueden leer el artículo completo aquí. *Las elecciones fueron pospuestas cinco horas antes de abrir las urnas una semana hasta el 23 de febrero.
Este sábado, Nigeria, una de las mayores potencias de África, se enfrenta a las urnas. Marcada por la recesión económica de los últimos años, la rampante corrupción y la violencia, los ciudadanos votarán a los diputados para sus cortes, así como a su nuevo presidente de entre una terna de 73 candidatos. Entre todos sobresalen el actual presidente, Muhamadu Buhari, y su principal rival, Atiku Abubakar. Los países europeos y España, con importantes intereses económicos y de seguridad en la región, estarán muy atentos al resultado de unas elecciones clave para el desarrollo y la estabilidad en el África Occidental.
Nigeria, con una población de 200 millones de habitantes —más de 20 millones sólo en la megalópolis de Lagos—, es un país de países con una clara división entre norte y sur. El sur es de mayoría cristiana y concentra la riqueza económica, con las fuentes de petróleo en el Delta del Níger y el poderío empresarial de Lagos. El norte es de mayoría musulmana y concentra el poder político del país. De allí son ambos candidatos, Buhari y Abubakar, ambos de la etnia fulani. El primero se enfrenta a las elecciones sin la imagen del cambió que le aupó en 2015. Esa bala la juega ahora el segundo, el multimillonario ex vicepresidente del país. Las últimas encuestas dan como vencedor por un ligero margen a Buhari, pero los indecisos podrían voltear la balanza a favor de Abubakar.
España y el resto de sus socios europeos estarán atentos al desarrollo de los comicios en un país con un interés especial por tres diferentes motivos: la seguridad, la economía y la potencial inmigración. Buhari llegó al poder en 2015 con tres claras promesas: la primera, eliminar al grupo yihadista de Boko Haram, asentado en el norte del país en la frontera con el cinturón de seguridad del Sahel. Desde el año 2009 los terroristas han matado a alrededor de 40.000 personas y, a pesar de que en 2015 el presidente les diera por “técnicamente derrotados”, el grupo sigue vivo con hasta 500 combatientes. Hace unas semanas Buhari admitió que habían dado “un paso atrás” en la lucha contra Boko Haram.
Puede leer el artículo completo aquí.