Esta columna de opinión fue originalmente publicada el 4 de diciembre de 2019 en la sección Planeta Futuro del diario El País. Los autores son los investigadores junior del Navarra Center for International Development José Manuel Cuevas y David Soler. A continuación se reproduce parcialmente. Puede consultar el artículo original aquí.
El pasado 15 de marzo desapareció la segunda ciudad más poblada de Mozambique. Beira, con 500.000 habitantes, quedó inundada por el ciclón Idai en un 90%, y daba la sensación de haber sido arrasada por la guerra, como aseguraban fuentes de Oxfam. El ciclón Idai dejó más de mil muertos, más de cuatro mil casos de cólera y 2,2 millones de desplazados entre Malawi, Zimbabue y Mozambique, el país más afectado. La costa mozambiqueña es propensa a los ciclones y sufre de media un ciclón y medio por año, frecuencia que el cambio climático amenaza con aumentar.
África es el continente más vulnerable a los riesgos del cambio climático a pesar de casi no producirlo. Tan solo emite un 3 % de los gases de efecto invernadero a escala mundial, pero aun así la temperatura crece allí a un 50 % más rápido que la media, según datos de la ONU. Además, la región cuenta con los siete países más frágiles y menos preparados ante los desastres provocados por el clima, según el ranking de vulnerabilidad de la Universidad de Notre Dame.
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