Este artículo fue publicado originalmente en la web del Opus Dei el 15 de junio de 2020. En él se menciona la labor del NCID en la investigación contra la pobreza. Puede consultar el artículo original aquí.
Teniendo en cuenta las tres principales tareas de la universidad (docencia, investigación y servicio a su entorno) la sociedad demanda cada vez más a las universidades que se impliquen en la solución de problemas que afectan a comunidades y personas concretas, con rostro, abandonando su simbólica “torre de marfil”. Como otras organizaciones, al ordenar su contribución al desarrollo humano, las universidades cuentan con el estándar internacional de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS).
Tras años de trabajo en distintos institutos y centros, la Universidad de Navarra se encuentra entre las cien mejores del mundo por su aportación a ODS relacionados con la lucha contra el hambre (posición 51) y la pobreza (puesto 92). Así lo ha destacado el ranking de impacto de Times Higher Education (THE) en su última edición, en la que han participado 767 universidades de 85 países. Para evaluarlas, THE analizó cuatro áreas: la investigación orientada a los ODS, la sintonía del gobierno de la universidad con ellos, la docencia impartida y la repercusión que tiene en la sociedad.
Pobreza: de lo internacional a lo local
Según el ranking, la Universidad de Navarra es la número 92 del mundo en sus esfuerzos por luchar en contra la pobreza, que van desde lo internacional a lo local. Entre las iniciativas valoradas por THE se encuentra el Navarra Center for International Development (NCID), un think tank que forma parte del Instituto Cultura y Sociedad.
El NCID busca que la investigación académica llegue allí donde más se necesita. Reúne a economistas, politólogos, periodistas, historiadores y urbanistas en el estudio de la erradicación de la pobreza extrema. Como indica el director del centro, Luis Ravina, la investigación permite “estimar el impacto de las intervenciones contra la pobreza y el hambre, y, además, descubrir qué sectores se benefician de esta intervención”.
A través del trabajo conjunto con instituciones locales, se centran en investigaciones que puedan ser aplicables directamente a la realidad de los países en desarrollo. El NCID tiene presencia estable en Filipinas, Guatemala, Kenia y Sudáfrica y además desarrolla proyectos en países en desarrollo como Bolivia, Mozambique, India o República Democrática del Congo, en algunos de los cuales asesoran a gobiernos e instituciones públicas.
Luis cita como ejemplo positivo el proyecto que desarrollaron en la República Democrática del Congo, donde los investigadores concluyeron que enviar mensajes de radio para lograr la defección de la milicia de Joseph Kony reduce las muertes, la violencia civil y los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Hacerlo por más de una hora al día en toda la unidad geográfica puede reducir las muertes en un 15 %, según los investigadores, lo cual crea un ambiente más propicio para el crecimiento económico.
Asimismo, en el ranking se han valorado muy favorablemente dos proyectos del IESE: el Fuel Freedom Chair for Energy and Social Development y la Africa Initiative. Gracias a esta última, la escuela de dirección de empresas de la Universidad ha contribuido al desarrollo en varios países africanos, ayudando a la formación de directivos locales a través de acuerdos con escuelas de negocios de esos países.
Como indica África Ariño, miembro de la Africa Initiative y profesora del IESE, “promovemos una mejora que va más allá de lo económico; implica a la persona en su totalidad y a la sociedad”. Formar a los dirigentes de las empresas –especialmente en valores éticos– es clave por la desigualdad que existe en muchos de estos países, donde las instituciones que deberían vigilar a las compañías no están desarrolladas.
La Africa Initiative promueve la formación del profesorado local, lleva a profesores del IESE a impartir clases en escuelas de negocios locales, mantiene un programa de becas a jóvenes para realizar programas MBA o fomenta la elaboración de investigaciones conjuntas, donde la relación, como indica África, “siempre es bidireccional”. Esta cooperación con escuelas africanas es algo distintivo del IESE y tiene casi treinta años de historia.
A nivel local, la Universidad de Navarra también colabora en la lucha contra la pobreza y así lo ha analizado Times Higher Education. Un ejemplo de ello es el Programa de Reparación de Viviendas desarrollado por Tantaka en Pamplona. Tantaka –“gota a gota” en euskera– es el banco de tiempo solidario de la Universidad, que hace posible que anualmente más de 1.300 personas (estudiantes y empleados) inviertan más de 52.200 horas a ayudar a 138 asociaciones colaboradoras.
En el origen del proyecto de reparación de viviendas estuvo la petición de ayuda de Cáritas Navarra a la Universidad para que contribuyese en una labor en la que hasta entonces nadie había podido ayudarles: la mejora de hogares de personas en el umbral de la pobreza, en un momento en el que las instituciones públicas habían dejado de ofrecer ayudas económicas.
Desde entonces 169 voluntarios han colaborado en la reparación de 19 casas. “Algunas viviendas no tenían cristales (en las ventanas ponían cartones), en otras no funcionaban las cañerías y en todas había goteras que hacía muy insalubre la habitabilidad”, señala la directora de Tantaka, Sofía Collantes.
Otra iniciativa positivamente valorada por THE dentro de su rankingsobre la lucha contra la pobreza ha sido el Curso de Cooperación para el Desarrollo, organizado por Tantaka; una actividad que se oferta a cualquiera que quiera introducirse en la cooperación internacional. Ya va por la sexta edición y hasta ahora han participado más de 500 personas. “La formación abre los ojos, cambia la mirada, por lo que, cuando el voluntario viaja fuera, está expuesto al doble de estímulos: lo que pensaba que estaba viendo y lo que realmente está viendo”, señala la responsable de Cooperación Internacional de Tantaka, Paula Salvador. Esta formación es clave para centrar la acción de voluntariado internacional en la población beneficiada y no en la experiencia del que colabora, indica Paula.
Lucha contra el hambre
En la lucha contra el hambre, donde la universidad es la 51.ª del mundo según THE, se evaluaron diversos proyectos, como la ayuda directa a la investigación científica, donde la Universidad lleva años tratando de aportar en campos como la nutrición.
En cuanto a las primeras, resulta clave otra vez Tantaka y su colaboración con los Bancos de Alimentos de Pamplona y, más específicamente, con la Gran Recogida de Alimentos. Más de 550 voluntarios han colaborado en ambas iniciativas, en las que los propios empleados de la universidad han tenido un papel relevante, especialmente en la segunda Gran Recogida, cuando “los empleados de la Universidad acuden con sus hijos a los supermercados y cubren en familia los turnos de recogida de alimentos”, dice Sofía Collantes. Como indica la directora de Tantaka, su misión es “ayudar al que ayuda”, en este caso los bancos de alimentos, por lo que sumarse a una campaña existente es “garantía de seguridad y de utilidad, trabajando con los expertos en resolver necesidades reales”.
En sociedades con economías avanzadas, donde la realidad del hambre es distinta a la de los países en desarrollo, Times Higher Education valora especialmente las aportaciones a una agricultura sostenible. En este sentido, la Universidad contribuye a través de la Cátedra Timac Agro, ejemplo de la colaboración entre la academia y el mundo empresarial, en este caso entre Roullier, grupo de referencia en el ámbito de la alimentación animal y vegetal, y el Biological and Agricultural Chemistry(Grupo BACH) de la Universidad de Navarra. La cátedra se fundó en 2015 con un presupuesto de 1,5 millones de euros para anticipar los efectos del cambio climático en las plantas y fomentar modelos sostenibles en desarrollo ambiental. En esta cátedra se estudia, entre otros asuntos como “disminuir la contaminación de suelo y agua por sobrefertilización con productos pocos eficaces, que es un problema en la actualidad”, como indica Marta Fuentes, investigadora de la Timac Agro.
Otro proyecto destacado por Times Higher Education ha sido Por una comida sana, tú decides, iniciativa que promueve la mejora de los hábitos alimentarios entre empleados y estudiantes. El programa está adscrito a la Facultad de Farmacia y Nutrición y pretende analizar la alimentación de los trabajadores de la Universidad (más de 6.000), sensibilizar en este punto clave para la salud y asesorar la oferta de comida ofrecida en el campus.
Además de las anteriores iniciativas, que se orientan la lucha contra la pobreza y el hambre, hay varias aportaciones más de la Universidad de Navarra que procuran responder a los retos marcados por los otros quince ODS.
Todos estos esfuerzos por mejorar su entorno muestran que no solo el tercer pilar de la universidad (el del impacto social) se pone marcha en la Universidad de Navarra, sino que también la docencia y la investigación están al servicio de la sociedad en diferentes escalas: local, nacional e internacional.
Con independencia de la aparición o no en rankings y clasificaciones, la Universidad está comprobando la eficacia de alinear los planes estratégicos de los distintos centros, institutos y facultades con las metas marcadas por la ONU en lo relativo al desarrollo humano y ambiental. ¿El principal beneficio? Se amplía la mirada de la institución y de quienes trabajan y estudian en ella un campo tan sensible y amenazado como el que el Papa Francisco denominó en su encíclica Laudato si´ como "ecología integral".
Times Higher Education y los Objetivos de Desarrollo Sostenible
El ranking de impacto de Times Higher Education evalúa a las universidades en referencia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos en 2015 por la ONU. Estas metas, acordadas por los líderes mundiales, se plantearon erradicar la pobreza, proteger al planeta y asegurar la prosperidad en el marco de una agenda de desarrollo sostenible (Agenda 2030). Esas metas sustituyeron a los Objetivos del Milenio de la ONU y se concretan en fines específicos que deben alcanzarse en la década 2020-2030. Se preocupan por la pobreza, la educación, la igualdad de la mujer, el acceso al agua, el crecimiento sostenible, la paz y la justicia en todo el mundo. Una multitud de organismos internacionales, Estados nacionales, empresas y otras instituciones locales y regionales han prestado apoyo público a este plan global.
Con una metodología desarrollada junto con la empresa asesora Vertigo Ventures, el ranking evalúa a las universidades en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible a partir de su impacto en la sociedad. Teniendo en cuenta los cuatro mejores resultados, Times Higher Education construye una clasificación que mide cómo contribuyen de forma global al desarrollo sostenible todas las universidades del mundo.
Puede consultar los resultados aquí.