Esta columna de opinión fue originalmente publicada el 26 de octubre de 2020 en El PaÃs Planeta Futuro. El autor es el investigador junior David Soler, quien recoge los resultados del Working Paper The Political Economy of Inequality, Mobility and Redistribuition publicado por el investigador residente Ignacio Campomanes. Puede consultar el artÃculo original aquÃ.
Hace más de 25 años, Sudáfrica dividÃa por ley a las personas por su color de piel. Los blancos podÃan vivir en los mejores barrios, cenar en los restaurantes más lujosos y bañarse en las mejores playas. Los negros trabajaban en sus casas, pero vivÃan alejados de ellos y bajo techos de uralita, les servÃan los platos calientes, pero comÃan con las manos y les lavaban el bañador con una arena que nunca podÃan tocar. Más de un cuarto siglo después, los hijos de ambos pueden hacer todo juntos por ley, pero siguen sin tener las mismas posibilidades.
A pesar de ser una democracia consolidada, Sudáfrica lidera el Ãndice Gini como el paÃs con mayor desigualdad de ingresos del mundo con una diferencia todavÃa mayor al que tenÃa en los últimos años del apartheid. En una nación donde todos tienen los mismos derechos, los blancos siguen cobrando tres veces más de media que los negros.
¿Cómo se explica esto? Una de las razones es la baja movilidad social que existe en el paÃs, que impide una redistribución efectiva de los ingresos mediante la recaudación de impuestos. Los ricos saben que van a seguir siéndolo, asà como sus hijos, por lo que esperan ser contribuidores de las cargas fiscales, pero no beneficiarios de los servicios que estas financian. Por tanto, si los impuestos son demasiado altos, intentarán evadirlos con mayor probabilidad. Asà lo recoge la publicación The Political Economy of Inequality, Mobility and Redistribution del economista del Navarra Center for International Development Ignacio Campomanes. El investigador analiza la relación entre desigualdad, movilidad social y redistribución de ingresos en un total de 72 paÃses en el periodo de 1960 a 2015.
Según la teorÃa clásica, en un paÃs democrático, la polÃtica fiscal refleja la preferencia del votante mediano, que se encuentra en el 50% de la distribución nacional de ingresos. Siguiendo esta lógica, a mayor desigualdad en un paÃs, más pobre será el votante mediano con respecto a la media nacional, por lo que ejercerá mayor presión para redistribuir los ingresos mediante impuestos más altos. Sin embargo, la investigación de Campomanes demuestra que una mayor desigualdad no implica directamente un mayor nivel de redistribución efectiva. A pesar de que Sudáfrica es un paÃs más democrático, y por lo tanto con mayor capacidad ciudadana para influir en la polÃtica fiscal, y es casi 20 puntos porcentuales más desigual que la República de Guinea, el nivel de redistribución es prácticamente igual en ambos paÃses, ya que este último tiene el doble de movilidad social.
La capacidad de poder subir o bajar en la escalera socioeconómica de una sociedad es un factor que empuja a los ricos de hoy en dÃa a pagar sus impuestos, ya que la inseguridad del futuro les lleva a aceptar pagar parte de su salario para contribuir a un sistema que les pueda beneficiar a largo plazo. En paÃses en este caso como la República Guinea, cuando sube la desigualdad de ingresos la polÃtica fiscal se utiliza para corregir ese incremento aumentando la redistribución hacia los más pobres. Sin embargo, en paÃses como Sudáfrica si se suben los tributos la redistribución no tendrá el mismo efecto, ya que parte de la población rica considerará que la carga redistributiva es más dañina que el riesgo de evadir el pago. El estudio muestra que un incremento de un punto Gini en los niveles de desigualdad antes de impuestos produce un incremento en el nivel de redistribución entre tres y cuatro veces mayor en economÃas en el percentil 75% de movilidad social respecto a aquellas en el 25% más bajo.
Estos resultados muestran la importancia de tener en cuenta la capacidad de ascender o descender en la escala social de un paÃs a la hora de decidir la polÃtica fiscal. En sociedades con estratos rÃgidos puede que subir las tasas impositivas no produzca un incremento del nivel de redistribución y reducción de la desigualdad. PolÃticas que favorezcan el intercambio entre estratos sociales, como la inversión en educación, pueden ser más efectivas a la hora de aumentar los ingresos fiscales, al favorecer la participación en el sistema de aquellos que actualmente se encuentran en las capas más altas. Sin movilidad social, el hijo del rico siempre será rico y el del pobre nacerá y morirá pobre.