Este artículo fue originalmente publicado el 31 de octubre de 2019 en el medio esglobal. El autor es el investigador junior del Navarra Center for International Development David Soler Crespo. A continuación se reproduce parcialmente el artículo. Puede consultar el artículo original aquí.
El país con menor densidad demográfica en África va a las urnas el próximo 27 de noviembre y salvo sorpresa mayúscula la Organización del Pueblo de África del Suroeste (SWAPO, por sus siglas en inglés) renovará por cinco años más su mandato y confirmará su hegemonía en un país que pese a sostener altos niveles de democracia, no conoce otro partido en el poder. La falta de una oposición unida hace que, a pesar de la prolongada recesión económica, la grave sequía y los altos niveles de desigualdad de ingresos, el presidente Hage Geingob tenga todo a favor para repetir cargo, aunque por primera se enfrenta a la posibilidad de perder votos.
Cada cinco años los namibios van a votar y cada cinco años eligen renovar en el poder a SWAPO. En las próximas comicios 1,5 de los 2,5 millones de ciudadanos que habitan el país escogerán a su nuevo Ejecutivo, que salvo una hecatombe volverá a estar liderado por el actual presidente, Hage Geingob. SWAPO ha ganado todas las elecciones democráticas desde que el país se independizara en 1990 y lo ha hecho de manera nítida, clara y transparente, como aseguran tanto observadores internacionales como organismos internacionales. No en vano, Namibia está dentro del reducido club de ocho naciones africanas consideradas como democracias por el índice anual de democracia que elabora la revista británica The Economist.
Geingob arrasó en las últimas elecciones, con un 86% de los votos y SWAPO se llevó 77 de los 104 asientos en la Asamblea Nacional, muy lejos de los cinco puestos que consiguió la Alianza Democrática de Turnhalle (ADT), en segundo lugar. Esta formación vuelve a ser la mayor amenaza, si es que se pudiera considerar como tal, ahora renombrada como el Movimiento Popular Democrático (MPD). Una maniobra para deshacerse de la etiqueta colonial que muchos votantes todavía ponen sobre el partido, al haber liderado el gobierno interino en los últimos años de dominio de la Suráfrica del apartheid sobre el país. Su líder, McHenry Venaani, ha prometido rebajar el número de ministerios y “cambiar Namibia para que todos podamos tener igualdad de oportunidades”.
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