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10 de Mayo, 2020
Apariciones en los medios /
Escrito por NCID

Artículo publicado originalmente en El País Planeta Futuro el 10 de mayo de 2020. Escrito a raíz del Working Paper del investigador residente Raúl Bajo-Buenestado The Effects of Blackouts on Households' Electrification Status: evidence from Kenya por el investigador junior David Soler. Puede consultar el artículo original aquí.


Por la mañana te levantas, abres la nevera y coges un trozo de pan de molde para prepararte unas tostadas y leche para el café. Metes el pan en la tostadora, la leche en el microondas para calentarla y enciendes la tele para desayunar viendo las noticias de la mañana. En Kibera, Joe cuando se levanta sale de casa, va al mercado más cercano y compra allí la leche y el pan que necesita para ese día. Al día siguiente, repite. Y al siguiente, otra vez. Todo si ha conseguido el dinero el día de antes para poder desayunar.

Joe vive solo en Ayany Estate, uno de los barrios de Kibera, el asentamiento más grande de la capital keniana. A su media treintena, hace poca vida en casa. Allí va a dormir y comer, aunque muchos días lo hace fuera. En su pequeño hogar no tiene nevera ni televisión, por lo que las visitas a diario al mercado para comprar comida son imprescindibles. También lo son sus excursiones de fin de semana a San Siro y Wembley, dos locales con nombre de estadios europeos que emiten los mejores partidos de fútbol del mundo. Allí se reúne con amigos y paga 50 chelines por entrar y ver a su estimado Manchester United.

Como Joe, muchos kenianos no tienen acceso a una nevera o a una televisión en su propia casa. Más allá del coste de estos electrodomésticos, el acceso a una fuente fiable de electricidad también determina las posibilidades de contar con estas facilidades en un hogar.

A pesar de los esfuerzos y las inversiones para garantizar el acceso a la electricidad a la población en África subsahariana, la mitad de la población sigue sin tener conexión en casa, un total de 602 millones de personas en 2018. La Agencia Internacional de la Energía prevé que, para 2040, 700 millones más de subsaharianos necesitarán luz en sus hogares.

En Kenia, los resultados en papel no son los mismos que en la realidad. Los datos muestran que el 80% de los hogares en el país tienen acceso a la electricidad. ¿Pero a qué tipo de conexión? La potencia se corta durante 420 horas en el país en tan solo un año, lo que significa que los kenianos sufren de media más de seis apagones de luz al mes.

A pesar de los esfuerzos y las inversiones en garantizar el suministro eléctrico a la población en Kenia, los resultados en papel no son los mismos que en la realidad. Los datos muestran que el 80% de los hogares en el país tienen acceso. ¿Pero a qué tipo de conexión? La potencia se corta durante 420 horas en Kenia en tan solo un año, lo que significa que los kenianos sufren de media más de seis apagones de luz al mes.

Estos cortes de energía tienen un efecto directo en la conexión a electricidad en las casas. El investigador Raúl Bajo-Buenestado del Navarra Center for International Development ha descubierto en su estudio The Effect of Blackouts on Households’ Electrification Status: evidence from Kenya —con datos de 14.000 hogares kenianos—que en aquellos barrios donde los apagones son más frecuentes hay hasta un 15% más de probabilidad de que directamente no tengan electricidad en casa. ¿Para qué tener luz si se va constantemente?

El objetivo del autor es mirar más allá de los datos oficiales y buscar la realidad detrás. "La conexión eléctrica per se no tiene un valor intrínseco, si no que es un bien necesario para proporcionar unos beneficios a un hogar como el acceso a electrodomésticos o los beneficios para la salud”, asegura.

El problema, según el investigador, es que los gobernantes de muchos países han preferido marcar la casilla del formulario a mantener un estándar de calidad: “Se han centrado en asegurarse de que más o menos llega un cable a la mayoría sin reparar en el servicio que se da”, dice Bajo-Buenestado. “La calidad es esencial, ¿si no quién va a gastarse el dinero en poner una conexión eléctrica en su casa? O peor aún, quien va a comprar electrodomésticos como una nevera, donde se te pudren los alimentos si se te va la luz?”. En el barrio adinerado del Central Business District de Nairobi los anuncios promocionan frigoríficos que mantienen el frío hasta con diez horas de apagón.

La investigación muestra que los hogares que sufren más apagones de lo normal tienen hasta un 33% menos de probabilidad de contar con tal electrodoméstico y hasta un 53% menos de tener televisión que aquellos que no experimentan apagones.

La frecuencia de los cortes va por barrios. Los asentamientos de Kibera y Mathare, dos de los lugares más pobres de la ciudad, son los que más los sufren en Nairobi, mientras que las casas en los barrios ricos de Gigiri o el Central Business District mencionado son en las que menos se va.

Estos apagones pueden tener efectos colaterales mayores que el simple hecho de tener que salir a por comida o no poder ver una película en casa. Diversos estudios científicos han demostrado que contar con una nevera en el hogar incrementa el bienestar general en un país al incrementar la seguridad alimentaria y reducir la incidencia de enfermedades estomacales. Mientras, tener en propiedad una televisión ha sido asociado por otros investigadores con un mayor empoderamiento de la mujer y menor aceptación de la violencia de género.

Investigaciones como estas muestran la necesidad de reconsiderar la manera de medir si un hogar cuenta con electricidad o no por el siempre hecho de tener conexión. El simple hecho de tenerla no garantiza que se utilice, y por lo tanto los gobiernos e instituciones deberían tener en cuenta a la hora de medir el acceso a la electricidad la fiabilidad de la infraestructura. Si no puedes encender una lámpara, abrir la nevera o enchufar la televisión sin que se vaya la luz, ¿para qué sirve tenerla?