Este artÃculo fue publicado originalmente el 19 de octubre de 2017 en la sección Planeta Futuro del diario El PaÃs. El autor es el investigador junior del Navarra Center for International Development David Soler Crespo. A continuación se reproduce parcialmente el artÃculo. Puede consultar el artÃculo original aquÃ.
Para cuando llegue el momento en el que su hijo aprenda a gatear, decenas de miles de bebés habrán fallecido en Nigeria. Tan solo en 2012 unos 16.000 murieron en su primer mes de vida debido a los efectos devastadores para la salud de los derrames de petróleo. Son muertes evitables. El 70%, unos 11.000, habrÃan sobrevivido al menos al primer año si no se hubieran visto expuestos a los hidrocarburos en su vida diaria, según el estudio The effect of oil spills on infant mortality: Evidence from Nigeria (El efecto de los vertidos de petróleo sobre la mortalidad infantil: el caso de Nigeria), publicado por el Navarra Center for International Development.
Cada año miles de neonatos mueren respirando y bebiendo hidrocarburos que atacan sus cuerpos. Hay algunos condenados a transportar enfermedades desde el génesis por el esperma contaminado de su padre y otros que lo contraen durante el proceso de gestación a través del cordón umbilical o el tejido de la madre.
Que el petróleo es dañino y mata lo sabemos tras años de investigaciones. Pero conocer cómo mata, a quién mata y dónde solo se puede llegar a saber si se otorga tiempo, confianza y recursos a investigaciones cientÃficas que den a conocer una realidad escondida. Descubrir un problema es el primer paso para poder trabajar y combatirlo. La inversión en investigaciones que conlleven métodos empÃrico-analÃticos es fundamental para luchar contra la pobreza y prevenir alarmantes tragedias humanas.
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