Esta pieza de opinión fue publicada originalmente en el Diario de Navarra el pasado 10 de octubre con motivo de la concesión del Premio Nobel de la Paz 2020 al Programa Mundial de Alimentos de la ONU. El autor es el investigador junior del NCID, David Soler Crespo.
Mallam Baba Laminou estará hoy feliz. Hace cinco años los yihadistas de Boko Haram mataron a su hijo en una emboscada y tuvo que abandonar su casa en Nigeria por la inseguridad. De allí se fue a la región de Diffa, en Níger, donde más de 360.000 personas como él huían de la violencia. Sin nada, allí recibieron la ayuda y asistencia del Programa Mundial de Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas (PMA). Esta historia no podría ser real sin dicha organización, pero tampoco la conocería usted lector sin el artículo escrito por la periodista Lola Hierro de El País Planeta Futuro.
La fuerza de la PMA reside en llegar a los rincones más recónditos del planeta y asegurar que lleguen alimentos básicos. Por actuaciones como esta en Níger el comité noruego le ha otorgado el Premio Nobel de la Paz a la agencia de las Naciones Unidas, de la cual ha destacado su labor por asegurar la paz con su lucha contra el hambre. Sin la PMA, personas como Laminou que escapaban de la guerra hubieran tenido mucho más difícil sobrevivir.
La organización está desplegada en más de 88 países donde asiste a unas 100 millones de personas y su misión principal es acabar con el hambre en el mundo, el segundo de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles de la ONU. Para conseguirlo no solo proporciona asistencia alimentaria allá donde es urgente, sino que también mira más allá y realiza proyectos para mitigar los efectos del cambio climático y así garantizar la seguridad alimentaria en el futuro.
La concesión del premio viene en un año marcado por la pandemia del coronavirus y las desastrosas consecuencias para la lucha por la erradicación del hambre. La PMA prevé que se doble el número de personas en situación de hambruna de aquí a final de año debido a la Covid-19, pasando de 135 millones a 265 millones de personas. Para que se hagan una idea, eso son seis veces más que todos los españoles y 400 veces la población que hay en la Comunidad Foral de Navarra.
El comité del Nobel ha incidido en este hecho para otorgar el galardón este año a la PMA. La organización se encuentra ahora en una situación difícil, con mayor necesidad de fondos para actuar y una crisis económica que afecta a la capacidad financiera de sus donantes. En 2019 recibieron 8.000 millones de dólares de la comunidad internacional, con Estados Unidos como donante destacado aportando 3.360 millones de dólares. El premio es un recordatorio de lo esencial de su labor y un aviso para no bajar la recaudación y el compromiso para erradicar el hambre en tiempos de coronavirus. Porque como asegura el director ejecutivo de la PMA, David Beasley, “hasta que no haya vacuna, la comida es la mejor vacuna contra el caos”.