Este artículo fue publicado originalmente el 9 de noviembre de 2018 en la sección Planeta Futuro del diario El País. El autor es el investigador junior del Navarra Center for International Development David Soler Crespo. A continuación se reproduce parcialmente el artículo. Puede consultar el artículo original aquí.
Omar Bongo falleció el pasado verano de 2009 en una clínica de Barcelona. A casi 5.000 kilómetros de distancia y 10 horas de vuelo, en Libreville, se generaba un vacío de poder. Se marchaba la persona que había gobernado Gabón durante los últimos 42 años, siendo por entonces el presidente más longevo de África. Atrás dejaba un país gobernado con mano de hierro, sin libertad de expresión, sin prensa libre y autoritario.
El presidente actual es Ali Bongo, quien sucedió a su padre Omar en el poder en octubre, pocos meses después de su muerte. Casi 10 años después, el país sigue a la cola en derechos, libertades y democracia, considerado como un estado autoritario dirigido por “dominante sistema cliente lista que impone fuertes restricciones a sus disidentes”, según definen los indicadores de The Economist Democracy Index y Freedom House.
El atrincheramiento en el poder no se limita a Gabón. Siete de los 10 presidentes más longevos del mundo son africanos y dos tercios de los jefes de Estado que llevan más de 10 años en el poder se encuentran en África. La lista la lidera el dictador de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, quien sigue gobernando 39 años después del golpe de Estado que le aupó al poder. Como Bongo, Obiang ha asegurado la dinastía nombrando a su hijo Teodorín como vicepresidente.
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