Mabini es una pequeña región del sur de Filipinas. En 2015 vivían más de 46,000 personas. Por entonces un 13% de su población ya había emigrado a Italia. Tras la crisis financiera de 1997 en Asia el peso filipino se devaluó y muchos locales decidieron emigrar en busca de mejores oportunidades. A día de hoy un 2% de filipinos trabaja fuera de su país y envía remesas a un cuarto de las viviendas en el país. Los migrantes se dividen en un total de 174 países, con la gran mayoría situados en Arabia Saudí (42%).
Dean Yang, profesor en el departamento de economía y la Ford School of Public Policy de la Universidad de Michigan, quiso explorar el impacto que tenían las ganancias de los migrantes en sus países de origen. El pasado 5 de marzo presentó en la Universidad de Navarra su investigación: Abundance from Abroad: Migrant Earnings and Economic Development in the Philippines.
“Las remesas que los migrantes envían a países en desarrollo se elevan hasta los 400 mil millones de dólares al año, lo cual es al menos tres veces más que el dinero que genera los flujos de ayuda extranjera”, dice Yang. Su investigación mide el impacto de las remesas a lo largo de 800 municipalidades en las Filipinas durante dos décadas.
La crisis financiera en Asia causó un gran shock en las remesas de migrantes. Con la devaluación del peso, los recursos cambiaron. “Nos centramos en la propiedad de activos, la calidad de la vivienda y en las inversiones en vivienda y utilidades en ellas, pero también en inversiones en educación y emprendimiento”, explica. Los resultados muestran un impacto positivo en la propiedad de bienes duraderos. En Mabini el panorama ahora ofrece vistas a grandes viviendas, las cuales son resultado evidente del envío de remesas desde el extranjero.
La educación también se beneficia de este dinero proveniente del extranjero. “Podemos apreciar un incremento sustancial y duradero tanto en las matriculaciones en primaria como en escuela secundaria”, analiza Yang. La investigación ayuda a entender los efectos positivos que los ingresos de los migrantes traen a numerosas localidades en países en desarrollo.