¿Qué marco se utiliza para definir a una persona desfavorecida? Hay debate alrededor de esta pregunta. Los hay que creen que las políticas públicas deberían favorecer a aquellos grupos históricamente desfavorecidos, es decir, las castas más bajas. Sin embargo, los hay que prefieren mirar al presente y beneficiar a los más pobres, independientemente de su grupo social. Dos sistemas prevalecen a la hora de asignar becas a los estudios: un método basado en rendimiento académico y otro basado en la renta familiar. En la primera una mayoría de estudiantes compite por los beneficios, mientras en el segundo se beneficia directamente a un grupo sin contar su esfuerzo y trabajo.
¿Cuál es mejor? ¿Cómo afectan los incentivos por renta a aquellos que no pueden recibirla? Sutanuka Roy, estudiante de doctorado en el London School of Economics, da una aproximación a este debate en su investigación “Disruptive Effects of Preferential Incentives: Evidence from Field experiments in Indian Universities”, la cual presentó el pasado 9 de febrero en la Universidad de Navarra.
En India los ciudadanos son catalogados de casta superior o casta inferior dependiendo de su familia. Esta división determina su educación y posibilidades de trabajo. A la hora de ofrecer becas al estudio hay dos opciones: asignarlas directamente a aquellos con menos renta o basarlo en el mérito académico entre los ciudadanos de casta inferior. Con la primera opción un 9% de estudiantes se pueden beneficiar del sistema, mientras que mediante el sistema de castas alrededor de un 50% de la clase entra en los potenciales beneficiarios. En total, 82.000 estudiantes de India reciben una beca económica en base a su renta.
Los resultados muestran que un método en base a la renta tiene un efecto negativo en los resultados académicos de toda la clase. Roy explica que aquellos que reciben ayudas para el estudio son los que peor parados salen, ya que dependen de sus colegas para estudiar y sacar buenas notas. Esto es debido a que en India los profesores no pueden ser despedidos, lo cual eleva el absentismo y reduce la calidad de sus clases. “No enseñan del todo bien en clase para ganar dinero con aquellos alumnos que pueden permitirse clases privadas”, explica.
La asignación de ayudas en base a la renta produce un efecto de resignación y desánimo entre aquellos que no se benefician, lo cual se traduce en un descenso de la cooperación entre compañeros. “Los estudiantes sin ayudas ven el sistema injusto, se desmotivan y reducen la cooperación. Esto acaba afectando a las notas de ambos grupos”, dice Roy. Sin embargo, en un sistema basado en competencia entre las personas de un tipo social no se registran efectos negativos.
El tipo de incentivos también afecta las relaciones de amistad. Si dos estudiantes son muy amigos su relación no se romperá si uno no recibe beneficios y el otro sí, pero la relación entre compañeros de clase sí que se distancia. “Si aquellos que se sienten excluidos no cooperan tiene un efecto negativo porque, usualmente, sus mejores amigos serán los que estén en su misma situación, lo que llevará a aquellos en desventaja a ser rechazados”, argumenta Roy.
Esta investigación ayuda a contestar al eterno debate acerca del sistema de ayudas, si bien por desventaja histórica, por casta, o desventaja inmediata, por renta. A través de un enfoque social se incentiva la competitividad y la clase no se resiente académicamente. Sin embargo, si se excluye a una mayoría de la clase de la posibilidad de optar a esos beneficios las relaciones entre colegas de clase se enfrían, se reduce la cooperación y los resultados académicos globales bajan.