Este artículo fue originalmente publicado el 17 de mayo de 2021 en el medio El Orden Mundial. El autor es el investigador junior del Navarra Center for International Development, David Soler Crespo. A continuación se reproduce parcialmente el artículo. Puede consultar el artículo original aquí, restringido a suscriptores de El Orden Mundial.
Los Gobiernos africanos ven en las aerolíneas estatales una oportunidad para promocionar su imagen, pero las pérdidas económicas dificultan su supervivencia. Varios países se han fijado en el modelo de éxito de Ethiopian Airlines para relanzar sus compañías con la esperanza de un futuro halagüeño que la pandemia amenaza con quebrar.
“Air Namibia desea comunicar que a partir de mañana, 11 de febrero, todos sus vuelos serán cancelados y los aviones volverán a su base para siempre”. De un día para otro, la aerolínea nacional de Namibia anunció su disolución después de que el Gobierno, su único dueño, la pusiera en liquidación. Más de seiscientas personas se han quedado sin trabajo y la flota de diez aviones se venderá para afrontar las pérdidas. Según el ministro de Finanzas, pese a haber invertido 565 millones de dólares en la última década, la aerolínea todavía tiene deudas. La aerolínea ya agonizaba antes de la pandemia; solicitó un rescate de 119 millones de dólares que no pudo pagar, y la caída de pasajeros le ha dado la estocada final.
El caso de Air Namibia, la aerolínea que llevaba “el espíritu de Namibia” por el mundo, no es único en África, donde las principales compañías aéreas estatales sufren pérdidas desde hace años. Kenya Airways reportó pérdidas en 2016 por 258 millones de dólares. South African Airways no genera beneficios desde 2011 y ha salido de un concurso de acreedores en mayo de 2021. En ambos casos, los Gobiernos tienen participación mayoritaria y se resisten a dejarlas caer con rescat...
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