Este artículo fue originalmente publicado el pasado 10 de diciembre de 2019 en el medio El Orden Mundial dentro del especial El mundo en 2020 de dicho medio. El autor es el investigador junior del Navarra Center for International Development David Soler Crespo. A continuación se reproduce parcialmente el artículo. Puede consultar el artículo original aquí, restringido a suscriptores de El Orden Mundial.
La agenda de África subsahariana en 2020 está marcada por una disyuntiva clara: consolidación o ruptura. Los acuerdos de paz, el aperturismo a la inversión extranjera y los pasos hacia una unión política y económica escenificados por el Tratado de Libre Comercio Africano se ponen a prueba en un año clave para confirmar los buenos pasos dados. Enfrente, la represión a los derechos civiles de millones de africanos y el temor a una recesión en la economía global amenazan al continente.
En 2019 los africanos han conseguido echar del poder a un dictador ególatra en Sudán, ponerse de acuerdo para nombrar una moneda común para África occidental, colocar la primera startup africana a cotizar en la bolsa de Nueva York y conseguir que, por segundo año consecutivo, un africano reciba el Nobel de la Paz. Sin embargo, toda alegría desmesurada acaba decepcionando. En Sudán la salida de Al Bashir no ha supuesto la llegada inmediata de la democracia, sino un Gobierno de transición con militares que tardará tres años en organizar elecciones y que hace poco probable que se entregue al expresidente, acusado de crímenes contra la humanidad, de guerra y genocidio, ante la Corte Penal Internacional. La nueva moneda eco tiene previsto implementarse en 2020, pero todavía sin fecha definitiva. Jumia, conocida como “el Amazon africano”, ha ido cuesta abajo desde que debutara a lo grande en bolsa. Y Abiy Ahmed, el flamante Nobel y primer ministro de Etiopía, ha visto como sus medidas han hecho resurgir la violencia étnica en su país, y el acuerdo con Eritrea, que le hizo merecedor del galardón, ya está en entredicho.
Estos ejemplos son una muestra de lo que se espera en 2020, un año en el que esas buenas noticias podrán asentarse o, en cambio, se diluirán causando retrocesos en la región. 2020 será un año clave tanto para la democracia como para la economía. Si en 2019 hubo una veintena de elecciones en el continente, en 2020 habrá también elecciones clave en países como Etiopía, Ghana o Burkina Faso. Pero este año también será crucial para asentar los cimientos democráticos que se tambalean en algunos de los países africanos y para asegurar un crecimiento económico lastrado por el mal desempeño de las tres grandes potencias del continente: Nigeria, Sudáfrica y Angola.
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