África es sinónimo de desconocimiento. De un continente tres veces más grande que Europa que se desaparece de las páginas del periódico. Un continente que sólo mancha el papel cuando ocurren desgracias. Puede ser en forma del último ataque de ébola, del último conflicto auspiciado por señores de la guerra o de la hambruna que hace ver al continente con los ojos de rechazo, de retrógrados y de pena.
Informar bien sobre África significa informar, con todos sus cosas buenas y malas. “Sería genial prestar atención a lo que hacen los jóvenes, que están transformando África. Con ello no negamos que haya problemas de pobreza o democracia”, dijo Amy Sarr Fall, de la revista Intelligence Magazines de Senegal en la primera mesa de debate del II encuentro de Periodistas España-África: otras formas de comunicar África, organizado por Casa África y celebrado el pasado viernes en Madrid al que asistió el Navarra Center for International Development.
En esa mesa periodistas de diferente índole discutían qué es lo que no se cuenta de África. “Lo que no cubren los medios españoles es lo que no saben”, añadió Zenaida Machado, de Human Rights Watch. “¿Qué es lo que no saben? Hay más en el continente que safaris, ira y guerras”.
Dar a conocer una realidad más compleja a través de historias personales y que inunde las páginas de los periódicos es la apuesta de Gemma Parellada, periodista freelance que colabora con medios como CNN y El País. “Es imposible que te interese algo que no conoces. Primero tenemos que trabajar porque la audiencia se haga más familiar de los lugares, las historias personales”, dijo en el marco de la segunda mesa, en la que se debatía en torno al futuro del periodismo español en África.
El crecimiento demográfico y el boom de la llegada de la población a las ciudades también centraron parte de la jornada. Ver África como una realidad urbana es algo desconocido. “No nos damos cuenta a veces del poco conocimiento y conciencia de ello en la gente de fuera. Tenemos que replantearnos lo de la mujer con el bebé, que también está, pero también existe la mujer con traje de chaqueta”, dijo Parellada. En el continente africano ya hay tres megalópolis por encima de los 10 millones de habitantes y otras cinco por encima de los cinco millones, así como más de una decena por encima del millón. Y las previsiones son al alza. Las urbes africanas son las que más crecen y se prevé que el 60% de la población viva en ciudades en 2050 cuando tan sólo un 15% lo hacía en 1960.
La imagen del continente que se proyecta del continente cala hondo en la visión que se tiene desde España. Así lo expresaba el exjugador de baloncesto Sitapha Savané en su ponencia inaugural de la jornada: "El 90% de la información sobre África es guerra, hambre, pobreza, epidemias y safaris". La ‘Marca África’ y el papel de los periodistas en ella también fue objeto de debate. Eric Chinke, de Africa Media Initiative ponía de ejemplo la gastronomía como lugar de mejora a la hora de proyectar el continente: “Cuando pienso en España pienso en paella, pero cuando pienso en África no se sabe, y el hecho es que se pueden tomar delicias únicas en el mundo”.
La apuesta del periodista Alfonso Armada es aumentar la diversidad en casa para poder enriquecer la visión del mundo y reducir los prejuicios. “No existe el periodismo en África sin los africanos. Hay un concepto paternalista. Nunca se dice que se haga la información española por españoles, y sí la información africana por africanos”, aseguró Xavier Aldekoa, periodista de La Vanguardia, a lo que añadió Armada que los periodistas locales son los que más se juegan, ya que en muchas ocasiones no tienen a dónde huir y pagan las consecuencias de sus informaciones.
Para no tergiversar la imagen del continente con la mirada de un blanco foráneo nació Wanafrica, proyecto del sociólogo Edmundo Sepa el cual reivindica un espacio para que los africanos en España puedan contar sus realidades y expresarse con libertad. “Yo me puse a escribir porque sabía que lo haría mejor que el típico español que va una semana a un país de África y se cree que es experto”, afirmó.
Dentro de las diferentes maneras de contar África aparece El Orden Mundial del Siglo XXI, un medio independiente que profundiza en el contexto de las situaciones y ofrece mapas explicativos. Uno de sus fundadores, Eduardo Saldaña, asegura que buscan el análisis entre el periodismo y la academia. “Vimos que el problema era la base. En un artículo de 2.500 palabras sobre las elecciones nigerianas no incluiría la última hora, pero sí el contexto de los últimos 10 y 20 años”, aseguró. A ello se le añaden mapas que intentan explicar una realidad, una idea que les surgió para captar la atención de manera fácil y rápida, ya que, según Saldaña, “mucha gente no se va a leer cinco artículos en cincuenta medios pero sí una imagen.”
Las necesidades de las oenegés para ganar dinero también atraen tópicos sobre el continente. “Intentamos no dar esa imagen de pobres, pero es verdad que tenemos esa batalla con el departamento de fundraising que saben que lo que trae dinero es enseñar a la víctima”, dijo Alicia García, de Acción Contra el Hambre. Para conseguir revertirlo, muchas organizaciones humanitarias ofrecen colaboraciones a periodistas, a quienes pagan sus viajes para poder hacer sus reportajes sobre los conflictos o epidemias y obtener una imagen cercana de la realidad. Acuerdos que pueden ser controversiales conforme a la ética periodística. “Me parece muy bien siempre, pero se han cometido excesos en acotar al periodista”, aseguró Miguel Ángel Rodríguez de Cruz Roja Española. “Aparecieron noticias que se llevaban a los periodistas a hoteles cinco estrellas, con una ruta clara”.
Las nuevas tecnologías también han ayudado a acercar la realidad a la audiencia, lo que ha generado infinidad de posibilidades a la hora de contar historias, pero también puede suponer un peligro para el periodista, como asegura Rodríguez. “Con las nuevas tecnologías se ha intentado quitar a los periodistas del medio y hacer periodismo. Creo que si prescindes del profesional de la comunicación cometes un error muy grave”.
El uso de la tecnología y las redes sociales puede, sin embargo, ser también una oportunidad para unir a la comunidad en torno a una causa. El ciberactivista costamarfileño Cyriac Gbogou fue arrestado por difundir datos sobre un accidente con fuegos artificiales la nochevieja de 2012 en su país, pero al poner un tuit tras su detención la comunidad se movilizó por su derecho a la libertad de expresión y fue excarcelado en menos de 24 horas. “Los gobiernos tienen miedo al poder que da internet a los ciudadanos porque no lo controlan. Por eso bloquean internet, porque pueden decidir qué es bueno y qué no para la población”, dijo en un diálogo con Carlos Bajo, periodista en Wiriko especializado en tecnologías de la información y movimientos ciudadanos en África.
En la jornada organizada por Casa África también se contó la historia de tres fotoperiodistas, las cuales enfatizaron en la necesidad de acercarse a la historia y conocerla bien antes de sacar la cámara. Además, reivindicaron el poder de las fotografías para contar historias. “Podemos leer un texto de 2.000 palabras y puedes quedarte con ideas, pero cuando ves una imagen poderosa se te graba en la cabeza y no se te va nunca”, dijo la fotoperiodista freelance Marta Moreiras. “Las imágenes son las que construyen los estereotipos, pero también las destruyen”. El periodismo debe asumir su papel clave para ofrecer una visión completa y destruir los estereotipos.