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July 31, 2019
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Posted by NCID

Este artículo fue originalmente publicado el pasado 17 de julio de 2019 en el medio El Orden Mundial. El autor es el investigador junior del Navarra Center for International Development David Soler Crespo. A continuación se reproduce parcialmente el artículo. Puede consultar el artículo original aquí, restringido a suscriptores de El Orden Mundial.


El poder del fútbol para unir a las personas está por encima de cualquier división o conflicto. Las victorias en torneos como la Copa África de Naciones ayudan a los ciudadanos de cada país africano a sentirse identificados con su nación y a reducir los conflictos entre personas de distintas etnias. En países jóvenes y artificiales como los africanos, nada como el fútbol para unir a toda la población.

Segunda semifinal de la Copa África de Naciones 2019. Argelia se enfrentaba a Nigeria. Estaba el partido empatado a uno y era el último minuto. La prórroga estaba al caer cuando el árbitro pitó falta al borde del área a favor de Argelia. Riyad Mahrez tomó aire y le pegó con efecto al balón, que entró por la escuadra para júbilo de toda la plaza Grand Poste de Argel. Con su gol en el minuto 94, la estrella del equipo argelino clasificó a su país para la final de la Copa África de Naciones ante Senegal. Tras meses de protestas en esa misma plaza que hicieron caer al presidente Abdelaziz Buteflika y que todavía siguen a la espera de concretar un Gobierno de transición, esta vez los argelinos llenaron la plaza para celebrar. En un país convulso, el fútbol hace olvidar los problemas y unir en torno a una misma bandera y nación, algo necesario en África, con países jóvenes y trazados con escuadra y cartabón por las antiguas fuerzas coloniales.

Todos los países de África —excepto Liberia, que se independizó en 1887— tienen menos de 100 años. Egipto logró constituirse como Estado en 1922, pero la gran ola de desconolización comenzó en 1960 y duró hasta 1990 con la liberación de Namibia y Sudáfrica. Para evitar conflictos territoriales mayores, los nuevos Estados respetaron las delimitaciones coloniales impuestas por los europeos en la Conferencia de Berlín de 1885 que dividían los países prácticamente con una regla. Esto provocó fronteras artificiales en las que algunas culturas y etnias quedaron separadas en distintos Estados, mientras que familias étnicas rivales quedaban agrupadas en el mismo territorio

Para ampliar: “Los caprichos fronterizos de África”, Fernando Arancón en El Orden Mundial, 2015

Esto ha obligado a los Gobiernos a crear una identidad nacional que ayude a unir a los ciudadanos por encima de la cultura, la etnia o la religión mediante políticas públicas como la creación de banderas que representen a todos, dando servicios e infraestructuras e incluso haciendo el servicio militar. Sin embargo, hay otros eventos fuera del control del Gobierno de turno que hacen aflorar el sentimiento nacional. El fútbol es uno de los más efectivos. 

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