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05 de Mayo, 2020
Apariciones en los medios /
Escrito por NCID

Este artículo fue publicado originalmente el 5 de mayo de 2020 en Africaye por el investigador junior David Soler Crespo. A continuación se reproduce íntegro el artículo. Puedes consultar el artículo original aquí, publicado bajo licencia Creative Commons BY-NC-ND.


El coronavirus COVID19 ha sesgado ya más de mil vidas en África. Ha infectado ya a la práctica totalidad de los países —54 de 55, todos menos Lesoto— en mayor o menor medida -1.800 muertes confirmadas- y amenaza con cambiar estilos de vida. Sin poder relacionarse, tocarse y abrazarse, África es menos África. Pero las medidas de prevención son más importantes que nunca en un continente que no solo depende de su resiliencia, sino de la ayuda económica del exterior. Ayuda necesaria para mejorar la sanidad y evitar que millones de personas sufran el hambre del confinamiento y la posterior crisis.

El continente africano ha sido rápido y veloz a la hora de adoptar medidas, pero a pesar de ello en la última semana todavía crecieron en un 60% los casos y la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que África será el próximo epicentro de una pandemia. Un augurio que hasta cincuenta intelectuales africanos han rechazado en una carta. Firmantes como Felwine Sarr, Carlos Lopes, Cristina Duarte aseguran que tales previsiones no hacen más que ahondar en un afropesimismo infundado, al ser de momento el continente con menos casos del planeta, salvando a Oceanía. Un mensaje que, critican, provoca una “profecía autocumplida”, ayudando a resquebrajar la frágil y dependiente economía del continente.

A pesar de todo, cabe escuchar, leer y prestar atención a todas las previsiones de organismos internacionales, investigadores y economistas para conocer a qué se enfrentan los países africanos con el COVID19. A ello hay que sumar un análisis continental, teniendo en cuenta las ventajas y desventajas a las que se enfrenta el continente para enfrentar la pandemia. Solo así podrá África prepararse y prevenir antes que curar.

Cuatro posibles escenarios según la ONU

La Comisión Económica para África de las Naciones Unidas (UNECA) ha presentado un informe con cuatro potenciales escenariospara el continente africano en términos de salud y prosperidad. En el mejor de los casos prevé que haya 300.000 muertos y más de 122 millones de personas infectadas, un 10% del total de la población. Para que eso se dé debería reducirse el contacto físico entre la población en un 75% una vez el ratio es de 0,2 muertes por cada 100.000 personas contagiadas cada semana. En el peor de los casos, sin medidas, se infectaría el 100% de la población africana y morirían 3,3 millones de personas.

Ninguno de esos dos escenarios parece del todo realista, ya que sí se han tomado medidas pero en muchos países las tasas de muertes superan esa cifra. Es por ello que los dos escenarios más posibles de los listados serían aquellos en los que se prevé entre 1,5 y 2,4 millones de fallecidos, dependiendo del grado de distanciamiento físico, si se reduce el contacto en un 75% o un 45%.

A pesar de todo, no todos los países se verían afectados de igual manera. En un continente de 55 países, las fases del coronavirus avanzan a ritmos dispares y unas naciones son más vulnerables que otras. Algunos de los factores de riesgo a la hora de analizar la propagación y letalidad del virus son evidentes: la calidad del sistema sanitario, la densidad de población o el conflicto. Sin embargo, también hay otros factores importantes para prevenir la expansión de epidemias como la exposición internacional, la transparencia gubernamental o la libertad de prensa.

El centro de investigación Africa Center for Strategic Studies analiza todos estas variables y las une para mostrar un panorama de vulnerabilidad diferente. Los países más afectados hasta ahora son los económicamente más desarrollados y más poblados, al contar con mayor conexión internacional y posibilidad por tanto de importar el virus. Sudáfrica, Argelia y Egipto fueron los primeros en contar con casos y lideran la clasificación de positivos en África, pero son también las Estados más preparados.

Una vez en el continente, la segunda fase de la expansión amenaza más a aquellos países que tienen mayores tasas de pobreza, con conflictos abiertos, con desplazados, sin un gobierno capaz de gobernar efectivamente en su territorio y con sistemas sanitarios insuficientes. Sudán del Sur cuenta con cuatro máquinas respiradoras para todo el país, treinta menos que ministros tiene el gobierno del país. La República Democrática del Congo tiene tan solo cinco respiradores, uno por cada veinte millones de personas. Estos dos países copan la lista de los más vulnerables ante el avance de la pandemia, seguidos de Nigeria, Sudán y Camerún. Es allí donde el coronavirus todavía no se ha expandido, pero si lo hace, será más incontrolable.

Hace falta mucho dinero

Las previsiones de la UNECA son que serán necesarios 200.000 millones de dólares. La mitad será en el corto plazo, para proveer con suficiente material sanitario y dar de comer a los que no tienen con qué hacerlo. La otra mitad, para asegurarse una salida económica menos brusca de la crisis, un dinero necesario para estimular la economía y traer liquidez.

Una de esas medidas ya ha sido tomada por el G-20 tras las presiones internacionales. En total ha quedado congelado el pago de 18.000 millones de dólares de deuda externa, cantidad que aliviará a cuarenta países de África pero que, a pesar de ser un primer paso, es del todo insuficiente. En este apartado el mundo gira sus ojos hacia China, el mayor acreedor del continente que en este siglo XXI ya que ha prestado 143 mil millones de dólares al conjunto de países africanos, el doble que el Banco Mundial. El coronavirus amenaza con romper las buenas relaciones gubernamentales que tanto tiempo lleva labrando el gigante asiático tras sendos conflictos racistas hacia africanos en China y la reticencia inicial del país a suspender el pago de la deuda.

El mismo informe de la UNECA prevé que en el mejor de los escenarios el conjunto de las economías del continente ralentizará su crecimiento hasta el 1,8% en 2020. Sin embargo, sus peores previsiones indican una recesión de un 2,6%, contracción que el Banco Mundial dobla hasta el 5,1%. Estos fríos datos macroeconómicos se traducen en una asfixiante y dura realidad: la pandemia arrastrará a entre 5 y 27 millones más de personas a convivir con menos de 1,90 dólares por día, el umbral de la pobreza extrema.

A todo ello se suma la importancia del comercio con el exterior para unas economías africanas que dependen demasiado de terceros. El comercio con Europa representa el 69% del continente, mientras que entre países africanos es solo del 15%. La caída del precio y demanda del petróleo, que representa un 40% del total de exportaciones de África, afectará gravemente a las mayores economías del continente como Argelia, Angola o Nigeria, las cuales pueden arrastrar a su vez a las más débiles. Sólo Nigeria, que es la mayor economía del continente, prevé perder unos 19.000 millones de dólares en ingresos de barriles de petróleo. A ello se suma la importancia de las remesas, de la cual dependen casi la mitad de las familias en países como Senegal y Gambia.

Para ello será clave salir de esta pandemia con un continente más unido en materia económica. El Tratado de Libre Comercio que tiene previsto entrar en vigor este mes julio reducirá el 90% de las barreras comerciales y prevé aumentar el comercio en el continente al 50% del total. En un panorama donde los países con más casos de coronavirus en el mundo son a su vez los que más comercian con el continente —8 de los 10 países que más exportan y 5 de los que más importan a África—, reforzar los lazos económicos intra-africanos será más vital que nunca para salir mejor y menos dependientes del exterior.

Ventajas y desventajas de África

 El afropesimismo a la hora de afrontar la pandemia puede estar justificado en parte por la falta de medios, pero así como África parte en desventaja en ciertos aspectos, otros factores hacen que el continente africano vaya un paso por delante de otras regiones del mundo. A continuación se enumeran cuatro ventajas y desventajas de África en la lucha contra el coronavirus.

A favor

Experiencia en epidemias y otros enfermedades infecciosas: África está acostumbrado a combatir brotes y epidemias infecciosas. Desde el VIH en Sudáfrica, pasando por el ébola en el oeste de África y ahora en R.D. Congo, así como brotes de sarampión, malaria, polio, tuberculosis, etc. Esta experiencia ayuda a implementar medidas de prevención de manera rápida, con protocolos ya definidos y probados anteriormente. A ello se le suma la experiencia técnica en laboratorios, que están utilizando la tecnología utilizada para secuenciar genomas durante el ébola para desarrollar tests rápidos que detecten el coronavirus.

Sociedad civil conciénciala y ONG presentes: En países como Liberia, Sierra Leona o R.D. Congo saben lo que es lidiar con epidemias que alteran la vida diaria. Muchos ciudadanos han sufrido ya las consecuencias de un virus letal y han visto a médicos envueltos en trajes blancos. Es más fácil convencer a gente que ya sabe las potenciales consecuencias. A ello se une la gran cantidad de ONG que han trabajado en el terreno y saben de la importancia de labrar relaciones con grupos de sociedad civil, imprescindibles para dar veracidad al mensaje entre la población local

Medidas tempranas: La gran mayoría de países africanos tomaron medidas de prevención muy pronto. Tan solo tres países —Argelia, Egipto y Sudáfrica— esperaron a tener más de cien casos positivos de covid-19 para implementar políticas de distanciamiento social. La mitad de las 55 naciones lo hicieron con diez o menos casos y hasta ocho países lo hicieron sin ningún caso. Las primeras medidas fueron prohibir congregaciones de más de cien personas, cerrar colegios y suspender vuelos con países infectados, pasos clave para evitar la llegada temprana del virus y su expansión. Con el avance de los casos, la mayoría de países han optado por medidas como toques de queda nocturnos, cierre al transporte entre ciudades o la cancelación de las clases en centros educativos. Pocos países han impuesto la cuarentena obligatoria a toda la población por el efecto en los trabajadores informales. Tan solo los más ricos, como Sudáfrica, Botsuana o Mauricio, y los más autoritarios como Ruanda, Uganda o Zimbabue, se han atrevido a confinar a su población.

Población muy joven: Por último, el continente africano tiene la población más joven del mundo. Su media de edad es de 18 años y tan solo cuenta con un 3% de mayores de 65 años. Esto puede beneficiar a la tasa de mortalidad del continente dado que la letalidad del virus es especialmente alta para ancianos, mientras que la población joven sin patologías previas suele pasar el virus sin grandes problemas ni requerir hospitalización.

En contra

Deficientes sistemas sanitarios: El principal handicap del continente africano es su falta de medios sanitarios para poder afrontar una epidemia con garantías. En una situación donde ni los países más avanzados del mundo están preparados en materia de sanidad, África lamentablemente lo está menos. El continente cuenta de media tan solo con 1.8 camas de hospital por cada mil habitantes. Por ejemplo, en Kenia, un país de más de 47 millones de habitantes, tan solo hay 518 camas de cuidados intensivos, de las cuales solo 70 están disponibles. A ello se le une la falta de material como respiradores, vitales para tratar un virus que afecta la capacidad respiratoria. Hasta diez países no tienen datos de si cuentan o no con alguno, y otros diez tiene solo uno por cada millón de habitantes. Por si fuera poco, África importa el 94% de sus medicinas y productos farmacéuticos. Ahora se teme que no lleguen al continente al imponer más de setenta países restricciones a la exportación de material sanitario.

Alta densidad de población en ciudades: Más de la mitad de las personas que viven en ciudades africanas lo hacen hacinadas en asentamientos informales, sin capacidad de tomar medidas de distanciamiento social. Por ejemplo, en El Cairo, hasta mil personas pueden llegar a vivir en el espacio de un campo de fútbol. El centro de investigación African Center for Strategic Studies ha estudiado las ciudades africanas por densidad y el potencial efecto propagador del virus en ellas.

Falta de acceso a agua y saneamiento: La gran mayoría de la gente que vive en esos asentamientos informales no tiene acceso a agua corriente en casa. Dos tercios de los africanos que viven en ciudades no cuentan con agua y jabón para lavarse las manos frecuentemente, considerada la medida de prevención más eficaz contra el coronavirus. A ello se le suma que solo uno de cada tres tiene un retrete en casa, según datos de Afrobarometer, por lo que salir de la vivienda se precisa necesario.

Vivir al día: Seis de cada diez hombres y uno de cada cuatro mujeres trabajan en un empleo informal en África, cifra que aumentó en diez puntos porcentuales tras la crisis económica de 2008 y que esta nueva pandemia amenaza con aumentar. Son esos taxistas en moto que inundan las ciudades africanas; los barrenderos que mantienen limpias las calles asfaltadas y los vendedores en puestos de comida en cada esquina. Todos ellos necesitan salir cada día a trabajar para comer. Con uno de cada cinco africanos, 250 millones de personas, ya con falta de comida suficiente antes de la pandemia del coronavirus, esta solo amenaza con traer más hambre al continente.

África se enfrenta a una pandemia que no ha nacido en el continente, pero que amenaza con expandirse por su territorio como en el resto del mundo. Los gobiernos han tomando medidas tempranas para prevenirla, y de momento la expansión está siendo controlada. Sin embargo, las previsiones de organismos internacionales auguran un futuro incierto con datos que, aunque con cierta ínfula del afropesimismo occidental, ayudarán a concienciar y tomar medidas para evitar una catástrofe sanitaria y económica.