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05 de Junio, 2015
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Escrito por NCID

Los incentivos económicos incrementan la motivación de los alumnos por aprender, según se desprende de una investigación de la Universidad de Pensilvania (EE. UU.) realizada con 40.000 estudiantes de 88 institutos mexicanos. El objetivo era, fundamentalmente, determinar qué se puede cambiar para mejorar la educación. Jere Behrman, profesor del campus americano, expuso el trabajo en la IV Development Week, organizada por el Navarra Center for International Development de la Universidad de Navarra en IESE Business School en Madrid.           

Para realizarlo, se dividió a los estudiantes en cuatro grupos. A los del primero se les ofrecieron incentivos económicos a cambio de obtener buenos resultados en matemáticas o mejorar su rendimiento en esta asignatura. En el caso del segundo, los incentivos se destinaban los profesores si lograban incrementar el rendimiento de sus alumnos. En el tercero se daban incentivos a toda la comunidad educativa -profesores, estudiantes y la dirección del centro- tanto por su trabajo individual como por el rendimiento del resto. Para el cuarto grupo no hubo incentivos económicos.

Motivar a toda la comunidad educativa

Mientras que el primero de los tres grupos incrementó sus resultados en matemáticas en el informe PISA al nivel equivalente al que tendrían si permanecieran tres años más en la escuela, en el segundo los resultados apenas fueron perceptibles. El tercero, por su parte, experimentó una mejoría en su rendimiento en matemáticas equivalente al doble de la mejoría del primer grupo.

De acuerdo con el profesor Behrman, motivar a toda la comunidad educativa fue la medida más efectiva porque "es necesario que los estudiantes estén motivados para que el maestro pueda llegar hasta ellos". Las recompensas se asociaban al nivel de mejora individual y colectiva, y crecían con el grado de aumento de rendimiento escolar. Estaba mejor remunerado pasar de un nivel bajo a uno alto o muy alto que hacerlo desde un nivel medio.

De acuerdo con el profesor Behrman, el motivo por el que si a los compañeros les iba bien el alumno recibía más dinero tiene que ver con dos potenciales sinergias: "En un caso, por el mero efecto que puede tener crear un ambiente de aprendizaje en clase que fomente el trabajo de todos. Y también surge una segunda sinergia cuando los estudiantes se ayudan los unos a los otros". 

Valorar socialmente a los profesores

Con respecto a los incentivos que pueden contribuir a mejorar la educación, el experto estadounidense afirmó que, tal y como ha demostrado su estudio, "la mejor manera de conseguir que ocurra algo positivo es dar una recompensa por hacerlo bien". Consideró que no se trata únicamente de adquirir más medios materiales como pizarras, libros u ordenadores, o de mejorar la formación de los profesores: "La evidencia empírica muestra que ninguna de esas políticas provocan mucho efecto, sus beneficios son casi inexistentes".

Con todo, se muestra precavido sobre la posibilidad de extrapolar las conclusiones a otros países, ya que se podría no obtener un efecto equivalente, y argumenta que "lo más sensato" es hacer pruebas y evaluar los resultados.

En cualquier caso, afirmó que, si bien puede haber diferencias entre naciones, hay algo que comparten aquellos que obtienen los mejores resultados en matemáticas con sistemas educativos muy diferentes, como Corea del Sur o Finlandia: "Tanto la educación como los profesores están muy valorados socialmente".

Jere Behrman, profesor de la Universidad de Pensilvania (EE. UU.), ha trabajado en el Banco Mundial, en el Banco Interamericano de Desarrollo y en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Hizo estas declaraciones en el marco de la cuarta edición de la Development Week, un congreso sobre economía del desarrollo que organiza anualmente el NCID.

Este grupo de investigación perteneciente al Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra busca soluciones científicas -viables y sostenibles- a situaciones de pobreza extrema en países de África, Asia y América Latina. Para conseguir esto, profundiza en tres líneas: la calidad de las instituciones públicas y privadas de cada nación, la transferencia de tecnologías y las migraciones.