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12 de Febrero, 2018
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Escrito por NCID

La crisis del Ébola mató a 11.310 personas en el Oeste de África Esta enfermedad se propagó de persona a persona a través de fluidos corporales y afectó principalmente a Liberia, Sierra Leona y Guinea. El primer caso fue por un contacto con un animal, y se dice que pudo ser por un murciélago  o un mono, aunque no está confirmado. La caótica situación supuso la necesidad de establecer centros de tratamiento. Pero la comunidad internacional no intervino, tanto militarmente como de manera financiera, hasta nueve meses después del primer caso, lo cual llevó a una falta de bienes públicos durante ese tiempo.

Mensajes ambiguos por parte de las instituciones públicas, que pedían a los ciudadanos ir a los centros de salud a la vez que decían que no había cura para el Ébola, llevaron a la confusión y a la falta de confianza, lo cual alimentó la violencia civil tras el brote. Ada González-Torres, estudiante de doctorado en la European University Institute y hasta hace poco profesora visitante en la Universidad de California, Berkeley, examina el efecto de la epidemia en el incremento de la violencia en su investigación “Epidemics and Conflict : Evidence from the Ebola outbreak in Western Africa”, la cual presentó el pasado 12 de febrero en la Universidad de Navarra. 

El brote de Ébola profundizó en la desconfianza hacia las instituciones públicas. La imposición de medidas radicales para contener la expansión del virus causó un cambio cultural que produjo un shock en la población local, especialmente entre aquellas con ideales religiosos marcados, lo cual inició una resistencia. Se decretaron cuarentenas militares y los enterramientos tuvieron que cambiar. “En Liberia se impusieron las cremaciones, lo que iba en contra de la mayoría de la población cristiana”, explica González-Torres. Esta resistencia tuvo su efecto y produjo un cambio hacia unos entierros dignos a la vez que seguros. Sin embargo, la investigadora asegura que estas “no eran áreas conflictivas con anterioridad al brote, si no que incrementaron la violencia debido a su falta de confianza hacia las instituciones públicas por su respuesta a la enfermedad”.

Protestas, disturbios y violencia civil se sucedieron ante la poca sensibilidad hacia las prácticas locales, las medidas coercitivas y la tardanza y escasa distribución de bienes públicos como centros de tratamiento del Ébola. Sin embargo, los resultados muestran que cuando la violencia paró cuando se establecieron suficientes centros de salud. La sucesión de eventos resultó en una disminución de la confianza de los ciudadanos hacia las instituciones, lo cual debilita la fuerza del Estado.